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Imatge: taller del projecte Ciutat Esperança

De Villa Desahucio a Ciutat Esperança

Alfredo Cohen. El Parlante

 

Los proyectos sociales y comunitarios no son posibles sin continuidad. Más allá de las necesidades de las agencias internacionales o los gobiernos locales en presentar resultados cuantitativos, las transformaciones educativas, culturales y sociales a nivel comunitario sólo pueden ser revisadas a largo plazo y desde la compleja reflexión sobre lo cotidiano. En elParlante creemos que la comunicación y la educación son excelentes herramientas para trabajar con paciencia y desde la base, por una nueva ciudadanía.

De lo que se trata, sería de una ciudadanía realmente activa, capaz de reconocer sus propias creencias y valores, las normas sociales y culturales que condicionan sus vidas, para identificar problemas y proponer soluciones que ayuden a resolverlos.

De este modo, a principios de 2013, el Pla Comunitari de Ciutat Mediridiana junto con diversas entidades del barrio detectaron distintas problemáticas: estigmatización y prejuicios sobre ciertos colectivos, deserción escolar, desempleo, embarazos adolescentes, además de la mala imagen del barrio en los medios, el cual era llamado Villa Desahucio.

Con esta primera idea empezó a trabajar elParlante. Según el diccionario, una desahuciada es una persona que no tiene esperanza: Ciutat Esperança se convertiría así en un proyecto de edu-comunciación que basado en la utilización del teatro, el video y la fotografía, promueve la mirada crítica, la información, la reflexión y el debate, sensibilizando sobre la complejidad de las diferentes realidades que suceden en el barrio, pero sobre todo potenciando las cosas buenas que suceden en el territorio, valorando sus espacios diversos y solidarios, generando sentido de pertenencia y amor por el territorio.

Así, con actividades ininterrumpidas durante 4 años, se han realizado 7 ediciones de las que se han beneficiado 18 niños, niñas y adolescentes, 60 jóvenes y 16 adultos, además de al menos 300 personas del barrio que han acudido a los eventos. Hemos realizado además, una exposición intinerante, una guía pedagógica para acompañar los videos en las escuelas y hemos logrado un premio por el cortometraje Un instant -sobre el embarazo no planificado-  que nos llevó a concursar en otro festival de cine participativo en Tanger (Marruecos). Por estas iniciativas, una nueva cara del barrio ha sido presentada en Barcelona Televisión y El Periódico de Cataluña.

¿En qué estamos ahora? Pues en otro nivel de participación. Los jóvenes que han consolidado el grupo de trabajo definen los temas a trabajar, se capacitan en las temáticas –que salen de sus realidades más próximas-, construyen guiones, actúan, graban y editan con nuestro acompañamiento. El cortometraje de este año esperamos presentarlo en el marco de un programa de televisión, también comunitaria, con invitados/as especiales y que sería realizado en el propio barrio y emitido en directo por Youtube.

¿El siguiente paso? Consolidar entre todos y todas un espacio que ya es de, por y para el barrio, así como evaluar y sistematizar lo ocurrido hasta ahora, esperando que los gobiernos locales entiendan la importancia de la inversión en la educación artística y ciudadana. Una educación intergeneracional e interseccional, con perspectiva de género, que habla de salud, que prioriza las emociones, en fin, que va más allá de las aulas y que se conecta con la las distintas esferas de la comunidad a largo plazo.

 

 

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